La semana pasada celebramos con Silvia su inminente boda, de hecho ya se ha casado. Nos invitó a merendar y pasamos un rato agradable charlando y advirtiéndole de donde se metía, je, je.
El jueves otra vez maletas y otra vez de viaje. Esta vez rumbo a Málaga, a Torremolinos mas exactamente, a una reunión de coordinación del grupo de investigación. Como llegamos el jueves a las 5 y las reuniones no comenzaban hasta el viernes por la mañana pudimos aprovechar la tarde para pasear por la playa.

A las 9 nos reunimos con los compañeros que habían llegado para cenar y tomamos un cafecito antes de irnos a descansar.
Las reuniones fueron las mañanas del viernes y el sábado. Nos contamos unos a otros lo que estamos investigando y estuvo bien. De vez en cuando se agradece una de estas reuniones en las que de forma distendida se puede comentar el trabajo de unos y otros y sugen ideas que trabajando cada uno por su lado a lo mejor tardarían mucho en aparecer.
Por la tarde paseamos por el pueblo. Parece que está construido sobre una roca o un acantilado, y a los pies la playa. Las carreteras son cuestas, pero para subir andando también hay escaleras que te acercan al centro.

Al volver al hotel nos cruzamos con unos "locos de la vida" que participaban en una carrera y subían corriendo.

El viernes cenamos en "La Carihuela", donde todos los restauranes se llaman Juan (o eso parece) y el sábado fuimos en dirección contraria, cenamos en un chiringuito y después para despedirnos tomamos unos mojitos y unas caipirinhas en la playa.
Lo peor ha sido el madrugón de esta mañana, porque nuestro avión salía a las 8:45 para Bilbao, así tenía yo la cara.

El resto del día me lo he pasado vegetando, entre el trancazo que todavía me dura y el sueño no he tenido ganas ni de ir a los fuegos. Tengo que reservar energías para ir mañana al pisado de la uva y la ofrenda del primer mosto a la virgen de Valvanera, y después al tradicional vermut con la familia.
El jueves otra vez maletas y otra vez de viaje. Esta vez rumbo a Málaga, a Torremolinos mas exactamente, a una reunión de coordinación del grupo de investigación. Como llegamos el jueves a las 5 y las reuniones no comenzaban hasta el viernes por la mañana pudimos aprovechar la tarde para pasear por la playa.
A las 9 nos reunimos con los compañeros que habían llegado para cenar y tomamos un cafecito antes de irnos a descansar.
Las reuniones fueron las mañanas del viernes y el sábado. Nos contamos unos a otros lo que estamos investigando y estuvo bien. De vez en cuando se agradece una de estas reuniones en las que de forma distendida se puede comentar el trabajo de unos y otros y sugen ideas que trabajando cada uno por su lado a lo mejor tardarían mucho en aparecer.
Por la tarde paseamos por el pueblo. Parece que está construido sobre una roca o un acantilado, y a los pies la playa. Las carreteras son cuestas, pero para subir andando también hay escaleras que te acercan al centro.
Al volver al hotel nos cruzamos con unos "locos de la vida" que participaban en una carrera y subían corriendo.
El viernes cenamos en "La Carihuela", donde todos los restauranes se llaman Juan (o eso parece) y el sábado fuimos en dirección contraria, cenamos en un chiringuito y después para despedirnos tomamos unos mojitos y unas caipirinhas en la playa.
Lo peor ha sido el madrugón de esta mañana, porque nuestro avión salía a las 8:45 para Bilbao, así tenía yo la cara.
El resto del día me lo he pasado vegetando, entre el trancazo que todavía me dura y el sueño no he tenido ganas ni de ir a los fuegos. Tengo que reservar energías para ir mañana al pisado de la uva y la ofrenda del primer mosto a la virgen de Valvanera, y después al tradicional vermut con la familia.
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